Ya no conoce ni cuál es su nombre,
ayer era Encarna, pero hoy es Pilar.
Mira a la gente un tanto inconsciente.
No sabe que está en el fondo
de un mar de misterio;
por casualidad,
una maldita ola
la arrastró hasta el fondo.
No puede salir.
Cuando el nombre de las cosas
guarda silencio.
No sabe, no entiende,
y es que no comprende
lo que le pasó.
Pero a su hija le da igual.
Hace tiempo que no hay más.
Mientras le dice que no puede salir
fuera a jugar.
En la penumbra.
En la penumbra.
En la penumbra.
No hay más…
Lejos quedaron, los viejos tiempos,
cuando cuidaba, cuando era mamá.
Pero no entiende. Se vacía su mente.
No sabe que está en un mundo
que quiere burlarse,
de la realidad.
Ya no pide ni espera
que dulces sirenas
la saquen del mar.
Cuando cada día que pasa
es un paso al infierno.
Es duro, muy largo,
y no sabe cuando
podrá terminar.
Pero a su hija le da igual.
Hace tiempo que no hay más.
Mientras le dice que no puede salir
fuera a jugar.
En la penumbra.
En la penumbra.
En la penumbra.
No hay más…